Impacto Psicológico de la Práctica de la Escalada
- Dra Matilde García Gordón
- 25 nov
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 26 nov
La salud mental es uno de los grandes retos globales del siglo XXI. Más de mil millones de personas en el mundo padecen algún tipo de trastorno psicológico, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tras las intervenciones psicológicas especializadas, la evidencia científica muestra que la actividad física regular, en este caso la escalada, no solo mejora la salud corporal, sino que también aporta beneficios significativos al bienestar emocional y cognitivo.
En los últimos años, la escalada ha experimentado un crecimiento extraordinario. Rocódromos, presencia en redes, investigación científica, dan cuenta del estilo de vida de un número cada vez más relevante de participantes. Pero esta popularidad no se debe solo a su compromiso físico, antes bien se ha comprobado que incide de manera efectiva sobre las esferas cognitiva, emocional e interactiva del sujeto.
Escalada como terapia
Metaanálisis recientes, revisión sistemática de múltiples estudios sobre escalada terapéutica y deportiva, observan efectos realmente significativos sobre la salud psicológica:

Mejoras en el estado de ánimo, incidiendo funcionalmente para disminuir tristeza, apatía, irascibilidad.
Incremento del afecto positivo y la energía vital. Equilibra desafío y habilidad, generando creatividad, disfrute y sensación de autocompetencia.
Aumento de la autoeficacia y la autoestima, promoviendo seguridad en los propios recursos para afrontar situaciones complejas.
Mejor regulación emocional, o capacidad para identificar, modular y expresar emociones de forma adaptativa. (Sesiones guiadas).
Reducción de la fatiga cognitiva, lo que sugiere un impacto en procesamiento de información, así como en el diseño y utilización de estrategias orientadas a gestionar excesos de demanda.
Se ha podido constatar que secuencias de entre una y cinco sesiones de ejercicio proporcionan aumento de atención, fortalecimiento de autoconcepto y control emocional, lo que pone de relieve que la escalada, además de potenciar el sistema musculoesquelético, optimiza procesos psicológicos básicos para un desarrollo equilibrado.
Evidencia del Boulder en Depresión
Merece la pena considerar los resultados del estudio de Frühauf, A., y cols, Affective responses to climbing exercises in children and adolescents during in-patient treatment for mental health disorders a pilot study on acute effects of different exercise interventions (2020), que investiga el efecto diferencial del Boulder - modalidad de escalada en bloque que se centra en superar rutas cortas e intensas en muros bajos, sin cuerda ni arnés, con protección mediante colchonetas y apoyo de compañeros. - y Ejercicio Físico Supervisado sobre pacientes diagnosticados de depresión.
El grupo de Boulder mostró reducciones significativas en síntomas propios del cuadro clínico, además de mejoras en ansiedad, imagen corporal y autoestima.
Los resultados sugieren que la escalada aporta componentes terapéuticos adicionales al ejercicio físico - desafío progresivo, conexión con el cuerpo, apoyo social y resolución de problemas en movimiento -
Se plantea la posibilidad de integrar dicha actividad en tratamientos para la depresión.
Mindfulness y escalada
Recientes investigaciones, con escaladores de distintos niveles, revelan que quienes tienen más experiencia puntúan más alto en actitud de no enjuiciar sus pensamientos y emociones, una de las facetas centrales del mindfulness, aunque no necesariamente son superiores en todas las medidas de control atencional.
Parece ser que la escalada favorece la aceptación activa de identidad, el compromiso de actuaciones alineadas con valores personales y una concentración en el “aquí y ahora” que contribuye notablemente a la estabilidad afectiva en general.
Además, cuando los sujetos combinan escalada y meditación, se aprecia un incremento en conciencia corporal, lo que se traduce en eficacia motórica, autoconfianza y disminución del miedo.
Efectos en adolescentes
Un estudio, publicado en Frontiers in Psychology (2024), compara adolescentes que practican escalada con otros que no realizan deporte especializado alguno, observando:
Los adolescentes que practican la escalada obtienen puntuaciones inferiores en las variables de ansiedad por separación y ansiedad generalizada.
La antigüedad en la práctica correlaciona positivamente con su percepción de bienestar, manejo de estrategias de afrontamiento al estrés y disolución de preocupaciones improductivas.
Aunque otras medidas, como fobias sociales u obsesiones, mostraron tendencias de mejora, las diferencias no fueron estadísticamente significativas.
Otro estudio, en este caso con adolescentes diagnosticados, muestra que la escalada:
Produce un incremento más marcado en la sensación de bienestar y afecto positivo en comparación con otras actividades como natación o terapia ocupacional. Los jóvenes se sienten mejor tras cada sesión.
Resulta ser un instrumento particularmente eficaz para mejorar el estado de ánimo de forma inmediata, favorecer la regulación emocional y potenciar la motivación y la adherencia a otras intervenciones terapéuticas.
En conclusión, la combinación de esfuerzo físico, concentración y sensación de logro que ofrece la escalada parece actuar como un factor protector frente a determinados tipos de ansiedad en la adolescencia, estimulando una gestión eficaz de la dinámica emocional.
Dimensión social de la escalada
La práctica grupal de este deporte favorece la cooperación, la confianza y el apoyo mutuo. Compartir retos, animar a otros y celebrar pequeños logros genera una fuerte sensación de pertenencia capaz de mantener motivación, desencadenar emociones positivas y generalizar a ambientes cotidianos.
La socialización resulta especialmente interesante en un momento en el que la soledad no deseada se ha convertido en uno de los grandes desafíos para la salud mental en España. Según el informe de la Fundación Once & Fundación Axa, (2024):
Una de cada cinco personas (20%) se siente más sola de lo que desearía.
El 67,7% lleva en esta situación más de dos años.
Incluso entre quienes actualmente no se sienten solos, un 36,6% ha atravesado periodos prolongados de soledad intensa.
La soledad afecta algo más a las mujeres (21,8%) que a los hombres (18%).
Es especialmente elevada en jóvenes de 18 a 24 años (34,6%).
En este contexto, la escalada se convierte en un espacio de encuentro. Al participar en actividades grupales, las personas crean vínculos, comparten retos y se sienten acompañadas. Antídoto natural contra el aislamiento, refuerza la propia competencia social, multiplicando las opciones de relación interpersonal.
Escalada Adaptada y Neurorrehabilitación
Desde el punto de vista neuropsicológico, la escalada adaptada ha demostrado efectos beneficiosos en trastornos del neurodesarrollo y en enfermedades neurológicas adquiridas o degenerativas.
En parálisis cerebral se han observado mejoras en la coordinación y el equilibrio, incremento de la fuerza y de la estabilidad postural, así como aumentos en la motivación, la autonomía y la autoeficacia. El carácter lúdico y el desafío estructurado favorecen la implicación y la confianza.
En esclerosis múltiple, la articulación de desafío y adaptabilidad en el diseño de sesiones promueve incrementos en fuerza, control motor, estabilidad, sensación de seguridad corporal, reducción de la fatiga —uno de los síntomas más limitantes— y beneficios psicológicos asociados al logro, el apoyo social y el disfrute.
Respecto de la ataxia cerebelosa, aunque la literatura es más limitada, los estudios existentes indican que contribuye a mejorar el equilibrio mediante ajustes motores continuos, incremento de la coordinación ojo-mano y la estabilidad dinámica, y refuerzo de patrones motores que requieren precisión y control. La combinación de reto, diversión y movimiento deliberado la convierte en una actividad física especialmente adecuada para este perfil clínico.
Combinación de desafío físico, diversión y movimiento controlado hacen que la escalada sea especialmente beneficiosa en estos cuadros clínicos, entrenando tanto la función motora como la motivación y la confianza de quienes participan.
La evidencia disponible muestra que la escalada no solo fortalece el sistema musculoesquelético, sino que también impulsa procesos psicológicos básicos como atención, regulación emocional, autoestima y capacidad de relación. Su utilidad se observa en población general, adolescentes y personas con trastornos del estado de ánimo o enfermedades neurológicas. Por su combinación de desafío, disfrute y apoyo social, la escalada se perfila como una actividad idónea para integrarse en programas de promoción, prevención e intervención en salud mental.
Inmaculada Garrido Palomino - Dra. en Psicología.
BIBLIOGRAFIA
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